CONAF estaría
frente a un gran desafío: reponer mas de un millón de arboles de nuestro
monumento natural
Las araucarias (Araucaria araucana) son arboles únicos, que crecen naturalmente
solo en Chile y Argentina. Tienen un alto valor cultural debido a su permanente
asociación con cosmovisión de la cultura Mapuche-Pewenche. Muchos chilenos nos
sentimos representados por estos arboles. Sus tamaños y su particular
arquitectura los transforma o ha transformado en iconos del patrimonio natural
de Chile, que ha quedado de manifiesto en la legislación forestal chilena que
los ha catalogado como monumentos naturales.
Este ultimo mes, algunos recibimos con espanto, que nuevamente un
incendio de magnitudes catastróficas, estaba quemando los bosques donde se
desarrollan araucarias. Hoy, recibimos con alivio el comunicado de la Corporación
Nacional Forestal (CONAF) que indicaba que los incendios en la Reserva
Nacional China Muerta están controlados. Según datos de CONAF, en total, el
incendio del Parque Nacional Conguillio y China Muerta acumulo
6661.3 hectáreas. Para muchos es difícil dimensionar esta superficie en la
realidad cotidiana. Entonces, con ánimo de aportar en poner en perspectiva
las dimensiones de la catástrofe comparto un simple calculo para responder
la pregunta: Cuantas araucarias fueron quemadas en estos incendios?
Los bosques de araucarias tienen en promedio 323 arboles por hectárea.
Si multiplicamos
la superficie quemada (6661.3 ha) por la abundancia promedio de araucarias (323
arboles/hectárea) obtenemos que habían 2.153.726 araucarias en el área quemada.
Podríamos creer que esta es una estimación exagerada, por lo tanto,
incluyamos una incertidumbre del 10% en el promedio. Tampoco debiéramos asumir
que todo el paisaje es bosque de araucaria per se, por lo que reduzcamos
la superficie quemada en un tercio. Podemos también suponer que 10% de los
bosques naturales corresponden a espacios abiertos (por caídas de arboles de
manera natural). Haciendo estas reducciones podemos estimar que el numero de
araucarias quemadas alcanzaría a 1.104.861.
Si esta cifra fuera una buena estimación de la catástrofe, la CONAF estaría
frente a un gran desafío: reponer mas de un millón de arboles de nuestro
monumento natural. Entonces la pregunta ahora es: Contamos con una institución forestal
capaz de llevar a cabo esta misión? Tenemos viveros y material genético
reservado de estos valles para lograr la restauración de estos bosques? El
Estado dispone de financiamiento para apoyar la restauración de estos
bosques?
No hay que olvidar incendios anteriores que quemaron mas de 15 mil ha de bosques
nativos (que incluían araucarias) en el año 2002. La superficie quemada
en 2002 a la fecha aun esta en proceso de recuperación pasiva, es decir sin intervención
del hombre. Este ejemplo nos muestra que los bosques tienen capacidad de
recuperación frente a las perturbaciones.. De hecho, nos muestra que muchas de
las araucarias quemadas este año podrían sobrevivir, ya que sabemos que estos
arboles son resistentes a este tipo de perturbaciones catastróficas. Sin
embargo, si asumimos que solo la mitad de las araucarias pudieran sobrevivir el
total es abrumador: 552.430 araucarias habrían muerto en el incendio.
Habiendo hecho este ejercicio, me gustaría plantear la siguiente reflexión.
Debemos entender que el Estado lo hacemos todos los chilenos. Por una parte
como chilenos debemos tomar conciencia del impacto de esta catástrofe, para el
medioambiente, para la cultura, para el legado que dejamos a
las próximas generaciones. Por otra parte, debemos darnos cuenta de
nuestra responsabilidad. Muchos incendios forestales, sino casi todos, son
producidos por causa del hombre. Hagamos un llamado urgente a parar de quemar
nuestro patrimonio natural. Las tendencias de aumento de la sequia, sumado a
pirómanos impunes, puede generar desastres en el equilibro de ecosistemas que
hoy proveen invaluables servicios y funciones para los chilenos. Servicios que
llegan incluso a las grandes ciudades que se encuentran lejos de los valles
afectados, como provisión de agua o balance climático local, servicios que son
muchos mas caros que solo el efecto visual en el paisaje. Es por eso, que debemos preocuparnos de
exigir a las autoridades mejores medidas de prevención de los incendios
forestales que están afectando al país. Además es necesario que se destinen
recursos al fortalecimiento de las instituciones del Estado a cargo del
patrimonio natural del país. Se debe además educar a los visitantes de áreas
protegidas. Por cierto se debe formar profesionales capaces de responder al
desafío de la prevención, manejo de emergencias y restauración ecosistemica. No
olvidemos que estamos bajo un escenario de cambio climático global, donde se
espera que la frecuencia de eventos extremos aumenten, tales como la sequía que
azotó al sur del país este verano. Por eso es necesario prevenir y aprender a detener
estas catástrofes a tiempo, y no esperar que las lluvias que nos regala la
naturaleza haga el trabajo que nosotros debimos hacer.
Araucarias en Santuario El
Cañi (Pucon, Chile)
Texto y Foto: Alvaro G. Gutierrez
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